domingo, 28 de abril de 2013

[Rendidos a la distancia] - Capítulo 1.




[1]

No recuerdo muy bien cómo empezó todo esto. Analizo cada uno de los acontecimientos cada noche antes de dormir. ¿Cómo se puede sentir tanto por una persona si no puedes tenerla cerca? ¿Acaso nos conformamos las personas con un amor a distancia, sin esos besos o abrazos que nos hacen sentir que el corazón dejará de latir por la inmensa emoción?

Lo único que sé es que yo no puedo dejar de pensar en él, que me he acostumbrado a nuestras conversaciones nocturnas, tumbados en la cama, a miles de kilómetros, pero sin embargo tan cerca. Cada palabra que dice en el silencio de la noche, cada respiración que escucho a través de los auriculares, todo eso me hace sentir que esto no es un sueño, es una realidad, a veces demasiado dura para poder soportarla.

Y cuando menos me lo espero, me doy cuenta de que todo empezó hace mucho tiempo, antes de ser conscientes de qué era el amor y para qué servía.

Un día, después de hablar de lo injusto que era el querernos y estar tan lejos, Robert me dijo:
    -  La verdad es que no sé muy bien qué pensar, pero yo tengo un presentimiento. Sé que algún día estaremos juntos.

En cuanto lo leí me di cuenta de que yo pensaba lo mismo, de que en lo más profundo de mi corazón sabía que él era ese amor que todos deseamos tener, ese amor que nunca se apaga, ese único amor en la vida.

[...]

Continuará

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