miércoles, 15 de mayo de 2013

[Rendidos a la distancia] - Capítulo 6.

[6]



Llegó el verano. Terminé mi primer año de carrera. Un doble grado en la Facultad de empresariales, lo que siempre quise estudiar. Aún así tenía que seguir estudiando en las vacaciones. Ese año fue muy duro, tenía tres asignaturas pendientes. Me propuse estudiar todos los días para aprobarlas sin problema. Pero tenía tiempo, no se trataba del mismo estrés de la universidad. Podía relajarme también en mis ratos libres.

Me tomé dos semanas de descanso antes de empezar a estudiar. Disfruté de unos días de playa con mi madre, otros de barbacoa con mi tía y otros con mis amigos. Lo de siempre, lo que todos hacemos en verano, nada especial.

Cuando terminaron mis mini vacaciones cogí los libros y estudié como nunca. Pero tenía tiempo para descansar. Necesitaba mis ratitos de tranquilidad, escuchando música o leyendo un poco. Me apasionaba leer. De repente, después de la misma rutina de siempre, sentí un impulso irrefrenable de hacer algo distinto. Era como una voz que me decía que mi verano no era sólo estudiar, que todo iba a cambiar ese año.

Encendí el portátil, esperé impaciente a que se conectara el Internet y empecé a buscar cosas sin sentido. Buscaba algo, no sabía qué era. Pero sabía que tenía que encontrarlo. 

En ese momento lo vi. El icono del chat. Sabía que tenía que conectarme, que algo cambiaría con un sólo click. Y así fue. En ese instante me di cuenta de que lo único que necesitaba era hablar con él, con Robert. Estaba a un solo “hola” de hacerlo. Pero de repente intenté recordar cuándo fue la última vez que hablé con él. No lo sabía. ¿Tanto tiempo había pasado? ¿Estaría dispuesto a hablar conmigo o habría olvidado ya quién era? Me di cuenta de que necesitaba saber las respuestas a todas esas preguntas y que si no era lo bastante valiente para hablarle me arrepentiría toda mi vida.

   Tantos años con el icono en la pantalla del ordenador. ¿Por qué precisamente ese soleado día de julio fue cuando lo vi? ¿Por qué hasta entonces fue invisible para mí?

      - Hola. –dije-
 
Su respuesta fue idéntica a la mía, añadiendo unos emoticonos que mostraban su sorpresa.

Sólo hizo falta eso para empezar a hablar sin parar, como si nada hubiera pasado. En ningún momento me preguntó el motivo por el cual no di señales de vida durante tanto tiempo. Nos limitamos a contarnos todo lo que nos había pasado todos esos años. 

Después  de unos minutos de resúmenes sobre nuestras vidas, me sorprendió diciéndome:

      –  Ohh! ¡Cuánto echaba de menos hablar contigo!
      –  Yo también lo echaba mucho de menos. –dije-
               –  No era consciente de lo mucho que te extrañaba hasta ahora. 

Así empezó todo. Ese “hola” perdido en el aire, cargado de tanta ilusión, tantas esperanzas, tantos recuerdos. Esa palabra me devolvió la energía, me llenó de alegría y me ayudó a recuperar a esa persona especial, la que era capaz de hablarme sin pedirme explicaciones después de tanto tiempo, la que sólo se preocupaba por no perder ni un minuto más de su vida intentado comprender el porqué. Y yo, esa otra persona a la que él llenó de vida. No pensaba dejarlo ir de nuevo. Lo pedacitos de mi corazón estaban empezando a encontrarle la solución al puzzle, y Robert era la solución.

[...]

Continuará
 

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